¿Y si mañana un terremoto sacude Tucumán? La pregunta anda dando vueltas por estos días de pantallas que desbordan dolor, edificios colapsados y ciudades destruidas. Si bien existe la idea casi generalizada de que no hay de qué preocuparse por estos lares, los geólogos no están para nada seguros de eso. Es más, coinciden en que es posible que se produzca un sismo de importante intensidad. Eso los atormenta. Porque si de algo están convencidos es de que sería un verdadero desastre, porque la ciudad está en deuda con el control del reglamento para construcciones sismo resistentes. Además, porque la población no está preparada para actuar ante estos eventos destructivos.

José Ángel Sosa Gómez, geólogo y especialista en movimientos tectónicos, detalla que si bien nuestra provincia se encuentra en la zona 2, calificada como de moderada peligrosidad sísmica, eso no significa que estemos a salvo ni que aquí no pueda producirse un sismo fuerte.

“El riesgo sísmico se calcula con indicadores geológicos, teniendo en cuenta las fallas que estuvieron activas recientemente (en geología eso significa, por ejemplo, en el último millón de años). En nuestra región hay fallas por el ascenso de las montañas. Y estas siguen moviéndose. Si bien hasta ahora no sufrimos sismos catastróficos, vimos cosas preocupantes. Por ejemplo, en el sur de la provincia encontramos una evidencia de falla neotectónica que cortó un río. Para que eso haya ocurrido tendría que haberse producido un sismo de magnitud 6 o 7. Por suerte no había población en la zona, aunque no estaba lejos. No hay que confiarse; estas cosas son muy impredecibles y con las fallas que vimos en la provincia sabemos que pueden ocurrir cosas peores”, advierte el experto.

En esta zona -explica Sosa Gómez- los sismos se producen porque Sudamérica se mueve hacia el oeste, mientras que el fondo del océano lo hace hacia el este. “Ese choque es el que genera sismos y vulcanismo. Al ritmo en el que se produce este fenómeno, puede modificar todo el esquema de riesgo sísmico que tenemos en la región”, detalla.

Si a Tucumán lo azotara un sismo de escala 7, según Sosa Gómez, la situación sería una catástrofe total. “Confiamos demasiado en el supuesto riesgo moderado que tenemos y no siempre respetamos las normativas de construcción antisísmicas”, explica.

Esto ha quedado en evidencia en varios estudios realizados por investigadores locales. En el último Congreso Geológico Argentino (realizado en Tucumán, en agosto de este año) se presentó un estudio sobre el riesgo sísmico urbano en el gran San Miguel de Tucumán. Si bien ese trabajo aún no está terminado, las primeras conclusiones advierten que la expansión edilicia se lleva a cabo sin un adecuado control de sismorresistencia. “Esta inacción está parcialmente apoyada por la calificación de la región como zona sísmica 2, o sea de amenaza sísmica moderada”, destaca.

Por otro lado, el Estudio de Diagnóstico del área metropolitana de Tucumán (Edamet) realizado para el programa de Desarrollo de Áreas Metropolitanas del Interior (Dami) plantea que urge formular políticas de urbanización y ocupación de uso del suelo. “Esta situación es crítica y debe ser atendida con urgencia, en especial porque las construcciones sismorresistentes son escasas y la población no está debidamente concientizada y preparada para actuar ante eventos sísmicos destructivos”, plantea.

Suelo muy débil

“Algún día vamos a sufrir graves daños. La tierra está en constante movimiento. Nada es estable, y aunque hay lugares más vulnerables que otros, esa inestabilidad va cambiando en el tiempo y en el espacio y es muy difícil de predecir”, advierte el geólogo Luis Suayter.

El experto, que ha realizado numerosas investigaciones en la provincia, señala que uno de los graves problemas que tenemos es el suelo. “Podemos construir con estructuras antisísmicas, pero si el suelo tiene poca capacidad de carga el desastre ante un sismo ocurrirá igualmente. En general, el suelo de Tucumán es muy débil. Yo no permitiría edificaciones de más de siete pisos. Y sin embargo...”, opina.

De acuerdo con su experiencia, hay emprendimientos edilicios que ni siquiera realizan estudios de suelo. “Hay un mito de que se trata de un estudio muy caro, y en realidad no cuesta más del 1% del total del costo del edificio. Los códigos de edificación son muy elásticos en Tucumán; hay que reforzar los controles, ser más exigentes con las construcciones en las que el suelo sea débil”, remarca.

Coincide con él Sosa Gómez. “En general, nuestra provincia tiene suelos compuestos por sedimentos finos que no tienen capacidad de sostener edificios muy altos -advierte-. Además, tienen napas freáticas altas y muy superficiales, lo que exige hacer cimientos mejor elaborados. No podemos seguir pasando por alto esta situación como consecuencia de la especulación inmobiliaria. Nos va a costar muy caro”.


emergencias
sólo hay preparación para inundaciones y accidentes
Estar listos para afrontar un sismo reduce la vulnerabilidad de la población. Y Tucumán, según los expertos, todavía tiene mucho camino por recorrer en ese sentido. Los equipos de emergencias tienen horas de entrenamiento para asistir a las personas afectadas por inundaciones o accidentes. Sin embargo, nunca hicieron un simulacro de crisis por estructuras colapsadas, reconoce el doctor Juan Masaguer, de la Dirección de Emergencias. “Tenemos mucho escrito sobre el tema y sabemos cómo tendríamos que actuar ante una situación como un sismo y ante múltiples víctimas. Están los protocolos. Sin embargo, nunca los pusimos en práctica. En parte porque es difícil de hacer. Y también porque estamos más pendientes de lo que son nuestras mayores amenazas: las inundaciones y los accidentes de tránsito”, describe. Desde hace años practican con bomberos y policías simulacros que incluyen aeroevacuación, traslado de muchos pacientes, clasificación de víctimas y atención de acuerdo con los casos más urgentes. De hecho, esta semana se realizará un curso de este tipo.
No obstante poco saben sobre cómo apuntalar estructuras caídas y asistir a posibles víctimas en este contexto. “Hasta ahora no sufrimos sismos graves, pero es preocupante pensar que puedan ocurrir teniendo en cuenta que en Tucumán hay pocos edificios sismorresistentes. Y tenemos otro problema: si el sismo fuera muy fuerte probablemente también colapsarían las estructuras de algunos hospitales, que son bastante antiguas. Deberíamos estar mejor preparados para posibles eventos de la naturaleza. En el Padilla, por ejemplo, la última vez que se hizo un simulacro de evacuación fue hace 20 años”, resaltó Masaguer. También comentó que sería importante que la Provincia contara con una brigada urbana de rescate para este tipo de situaciones, tal como tiene Salta.


> Emergencias

Sólo hay preparación para inundaciones y accidentes

Estar listos para afrontar un sismo reduce la vulnerabilidad de la población. Y Tucumán, según los expertos, todavía tiene mucho camino por recorrer en ese sentido. Los equipos de emergencias tienen horas de entrenamiento para asistir a las personas afectadas por inundaciones o accidentes. Sin embargo, nunca hicieron un simulacro de crisis por estructuras colapsadas, reconoce el doctor Juan Masaguer, de la Dirección de Emergencias. “Tenemos mucho escrito sobre el tema y sabemos cómo tendríamos que actuar ante una situación como un sismo y ante múltiples víctimas. Están los protocolos. Sin embargo, nunca los pusimos en práctica. En parte porque es difícil de hacer. Y también porque estamos más pendientes de lo que son nuestras mayores amenazas: las inundaciones y los accidentes de tránsito”, describe. Desde hace años practican con bomberos y policías simulacros que incluyen aeroevacuación, traslado de muchos pacientes, clasificación de víctimas y atención de acuerdo con los casos más urgentes. De hecho, esta semana se realizará un curso de este tipo.
No obstante poco saben sobre cómo apuntalar estructuras caídas y asistir a posibles víctimas en este contexto. “Hasta ahora no sufrimos sismos graves, pero es preocupante pensar que puedan ocurrir teniendo en cuenta que en Tucumán hay pocos edificios sismorresistentes. Y tenemos otro problema: si el sismo fuera muy fuerte probablemente también colapsarían las estructuras de algunos hospitales, que son bastante antiguas. Deberíamos estar mejor preparados para posibles eventos de la naturaleza. En el Padilla, por ejemplo, la última vez que se hizo un simulacro de evacuación fue hace 20 años”, resaltó Masaguer. También comentó que sería importante que la Provincia contara con una brigada urbana de rescate para este tipo de situaciones, tal como tiene Salta.

> Defensa Civil

Protocolo de la ONU y apoyo de personal de Mendoza y San Juan

“El vecino tiene un rol importantísimo antes y después de que suceda un temblor o un terremoto”, sostiene Fernando Torres, titular de Defensa Civil provincial. Porque -explica- será quien que avise a las autoridades en qué lugares hay destrozos o edificios en estado crítico o una persona herida. Así, los ciudadanos tucumanos se convierten en los primeros eslabones de una cadena que continúa con Defensa Civil, que coordinará trabajos con Bomberos, Policía y Emergentología.

“Nosotros tenemos un programa de emergencia en el que se prevé la hipótesis de desarrollo de un sismo. Para ello realizamos también divulgaciones en internet para saber cómo actuar y una gran herramienta que es el número gratuito 103 . También se puede llamar al 911 y al 107”, resalta el funcionario provincial. Agrega que como no se prevé que en esta zona se produzcan movimientos telúricos de gran escala, como suceden en Mendoza o en San Juan, se trabaja en coordinación con personal capacitado en trabajos de emergencia en estructuras colapsadas de esas provincias, bajo un protocolo de las Naciones Unidas.

Consultado sobre esta cuestión, Eduardo Valdez, subdirector de Defensa Civil municipal, opina que las consecuencias de un temblor no sólo son por la magnitud del movimiento, sino también por la vulnerabilidad de la tierra, la reacción de la gente y la calidad de las construcciones. Y que por ello es importante que se hagan los controles adecuados (“la Dirección de Catastro está a cargo de supervisar que se cumplan las normas antisísmicas en construcciones”) y que las personas sean conscientes de buscar resguardo en lugares abiertos (“cruces de calles, por ejemplo, o al costado de un mueble fuerte: el ‘triángulo de la vida’”), entre otros recaudos (“no poner macetas en los balcones que se pueden caer con el mínimo temblor”).